El problema del Hapkido… es su mayor virtud

El problema del Hapkido… es su mayor virtud El Hapkido es uno de los sistemas marciales más completos que existen. Golpeo, defensa personal, proyecciones, control articular, trabajo de suelo, armas, pateo, respiración, biomecánica, energía, estructura mental... Está todo. Y ese precisamente es su mayor problema. Cuando un arte ofrece tanto, el riesgo es inmenso: que el practicante se quede en la superficie de todo. Es habitual ver cómo se estudia una técnica de golpeo sin afinarla. Una proyección sin pulirla. Un trabajo de suelo visto dos veces y olvidado. Respiración enseñada como anécdota. Y al final, aunque se haya entrenado durante años, la sensación real de dominio o eficacia sigue siendo débil. Porque no es lo mismo entrenar muchas cosas, que entrenar bien lo esencial. Y entonces que hacemos? ¿Renunciar a esa amplitud? ¿Reducir el Hapkido a una sola dimensión para profundizar más? La respuesta es No. Lo que hay que hacer es dejar de entrenar por cumplir y empezar a entrenar para aplicar. Cuando entrenas para la aplicación real —no para exhibición, no para examen, no para pasar la clase— todo cambia. Empiezas a hilar conceptos, a buscar eficiencia, a entender por qué ciertas cosas funcionan y otras no, a cuestionar, a mejorar la biomecánica, a darle coherencia a tu cuerpo, a tu respiración, a tu estructura mental. Y entonces el Hapkido deja de ser una lista de técnicas. Y se convierte en un sistema de combate completo, coherente y adaptable. Todo está conectado… si sabes cómo entrenarlo. Golpeas para crear espacio o para romper estructura. Proyectas para neutralizar sin daño o para controlar el terreno. Controlas para someter o para reconducir. El suelo es una continuación natural de todo lo anterior, no un módulo aparte. La respiración es un motor de gestión emocional, de ritmo y de fuerza. Las armas no son un adorno, sino una extensión biomecánica del cuerpo. Cuando todo esto se entrena desde la raíz del principio y no solo de la técnica, el Hapkido deja de parecer "demasiado amplio" y se revela como lo que es: una vía para la maestría marcial completa. Pero solo si lo exprimes. Solo si lo desmenuzas, lo analizas, lo pruebas, lo fallas, lo corriges, lo vives. El camino del Hapkido profundo no es el más fácil, ni el más rápido, ni el más cómodo. Pero para el que busca excelencia, para el que entrena de verdad, para el que no se conforma con entender el “cómo” sino que quiere comprender el “por qué” y llegar al “cuándo”… Entonces, el Hapkido es un universo. Y como todo universo, solo revela sus secretos a quien lo recorre de verdad.

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